INTERNACIONAL
Por: Alexis Murillo Corona
El pasado mes de julio se publicó el informe “Armas Invisibles, Dolor Permanente” por la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de Derechos Humanos (CMDPDH), Stop US Arms to México y el Centro de Estudios Ecuménicos con apoyo de la Open Society. El principal punto del informe es demostrar las dificultades para obtener información sobre el comercio y tráfico de armas entre Estados Unidos y México. El informe revela que Estados Unidos exportó el 80% de las armas pequeñas que llegan a México, y el 70% de las armas ilícitas recuperadas tiene la misma procedencia. La evidencia indica que la estrategia militar incrementó la violencia y las violaciones de derechos humanos. La reserva de información como la producción y el receptor final de armas debe terminar, se debe transparentar y generar datos confiables. Algunas de las recomendaciones del informe son que Estados Unidos ratifique el Tratado sobre Comercio de Armas y que se cree un sistema de seguimiento de las armas importadas. En el caso de México se sugiere que la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) declare y verifique a los usuarios finales de las armas de fuego, para esto se debe un registro integral a cargo de civiles que concentren la mayor cantidad de información sobre armas de fuego en el país. La violencia armada en ambos países es negable. México ha vivido un aumento de la violencia de en los últimos 10 años a causa de la militarización de la Guerra contra las Drogas en el país. Hoy en día en México se reportan más 90 mil desaparecidos y no localizadas y alrededor de 325 mil homicidios registrados, usando datos del INEGI y la Comisión Nacional de Búsqueda desde el 2006 hasta finales del 2019. En el caso de Estados Unidos el reportó Armas Invisibles comprobó un aumento del 40% en la compra de armas en el país del 2019 al 2020. Si bien el reporte se centra en las grandes tensiones bilaterales, también ofrece una serie de prácticas generalizadas a nivel global que deben ser atendidas. El tráfico de armas es un problema de seguridad internacional que debe ser reconocido y atacado de manera coordinada. La violencia generalizada por el tráfico de armas no es un problema únicamente bilateral. El caso de América Latina es muy relevante por ser la región más peligrosa del mundo. Esta afirmación se sostiene bajo la información de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) que se recupera en el libro “América Latina: Retos y perspectivas para el futuro” publicado por la Universidad de Jagellónica en Polonia. La ONUDD reportó que la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes es superior en la región Latinoamérica en comparación con las demás regiones del mundo. América del Sur reportó 24.2 homicidios por cada cien mil, mientras que África reportó 13.0, Europa 3.0 y Asia 2.3. Reconocer la gravedad en la región permitirá asumir responsabilidades nacionales. Uno de los principales responsables nacionales es Estados Unidos, sus armas están presentes en todo el mudo. En el caso de los países latinoamericanos y caribeños el 70% de las armas envueltas en crímenes tuvieron su origen en este país. Un dato similar se puede encontrar en países de conflicto como lo es Afganistán. Sin embargo, otros actores internacionales como China y Rusia aumentan su exportación de armas y este hecho no puede ser menospreciado. Hay una relación directa entre las armas y la violencia. Lo primero es esencial para detonar el aumento de lo segundo, sin embargo, la presencia de armas de fuegos no es una causalidad en todos los casos. Pero siempre es un factor que está presente, la correlación es innegable. En el libro “Gun Trafficking and Violence: From the Global Network to The Local Security Challenge” de Pérez Ricart, Pérez Vargas y Weigend, los autores realizan un recorrido por la vida de las armas. Son exportadas o importadas, legales o ilegales, usadas por actores estatales o no estatales pero ligadas a resultados negativos. Incluso las armas legales tienen repercusiones negativas en la sociedad como son los accidentes fatales, las heridas de bala o los suicidios. Si bien, como afirman los autores, el tráfico de armas es un problema global pero las respuestas locales pueden ser la clave para la solución. Es en las localidades donde deben existir respuestas coordinadas para controlar el tráfico de armas. El contexto importa y la única manera en que se atienda un problema tan complejo del sistema internacional es reconociendo las particularidades y abriendo canales de comunicación entre las agencias de seguridad de todos los niveles de gobierno. Acciones locales que tengan impactos a nivel global pueden ser la respuesta al gran reto del tráfico de armas a nivel global.
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